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Los Muros de Jericó

- Objetivos: Que los niños aprendan que:
1º) En nosotros debe estar siempre la mansedumbre y humildad.
2º) Dios espera de nosotros la obediencia a sus mandatos.
3º) Cuando cumplimos los mandatos de Dios, siempre habrá bendiciones.

- Lectura Bíblica (El maestro debe estudiar para preparar la clase) Josué 5:13-15 y Josué 6

- Versículo para recordar: Deuteronomio 26:16

- Desarrollo de la clase.
Luego del milagro en el Jordán, donde el pueblo de Dios pasó en seco, los israelitas se establecieron cerca de Jericó. Se encontraba Josué observando a Jericó mientras se preguntaba cómo iba a conquistar la ciudad. En ese momento Josué, como general del ejército, estaba trabajando, cuando de repente se le aparece un guerrero con una espada desvainada en la mano.
De inmediato Josué con gran valor le preguntó: ¿Eres de los nuestros o de nuestros enemigos? De ninguno, le contestó: Soy el príncipe del ejército del Señor. (Josué 5:14) Josué cae de rodillas y le adora. De inmediato entendió de quién se trataba. Era el mismo Señor que en ese momento había tomado forma de guerrero.
Josué, queriendo conocer la voluntad de Dios y lleno de humildad, le pregunta: ¿Qué dice mi Señor a su siervo? El Señor le dijo a Josué que quitara el calzado de sus pies, como señal de reverencia y respeto. Tal como se lo dijo a Moisés, también se lo dijo a Josué.

Entonces el Señor le explicó a Josué lo que debía hacer y cómo debía actuar. Jericó era una ciudad bien asegurada y en esos momentos nadie entraba ni salía, por que los israelitas la estaban rodeando. Pero el Señor le dio ánimo y confianza a Josué y le dijo: “He entregado en tus manos a Jericó.”
Entonces Dios le dio las instrucciones exactas para que conquistaran la ciudad.
1º) Tú y tus soldados marcharán una vez alrededor de la ciudad, así lo harán durante 6 días.
2º) Siete sacerdotes llevarán trompetas hechas de cuerno de carneros y marcharán frente al arca.
3º) El séptimo día ustedes marcharán 7 veces alrededor de la ciudad mientras los sacerdotes tocan las trompetas.
4º) Cuando todos escuchen el toque de guerra, el pueblo deberá gritar a gran voz. Entonces los muros de la ciudad se derribará y cada uno entrará sin impedimento. (Josué 6:3-5)

El Señor les aseguró que el séptimo día, antes de que cayera la noche, ellos serían los dueños de la ciudad. Josué inmediatamente da las instrucciones al pueblo y comienzan a ponerlas en práctica. Los que estaban armados iban delante del arca de Dios y en la retaguardia iba el resto del pueblo. Durante todo ese tiempo las trompetas no dejaron de sonar, mientras que el pueblo iba en silencio, esperando la orden de poder gritar. Pero ¿Qué pasaba con los de Jericó? Ellos estaban viendo todo lo que los israelitas estaban haciendo, día tras día. Estaban llenos de terror, eran prisioneros bajos sus propios muros y puertas.

El sonido de la Trompeta significaba guerra contra los cananeos y proclamaban la favorable presencia de Dios en medio de Israel, dándole vida y valentía a Israel. El poder no iba a estar en las trompetas de cuernos de carnero, sino en la excelencia del poder de Dios. Entonces dieron una vuelta por 6 días y 7 vueltas el último día. Y llegó el momento tan esperado, el momento de gritar todos como un solo hombre.
Josué dio la orden de gritar y les dijo:
1º) Que se acordaran de que esa ciudad iba a ser como ofrenda para el Señor.
2º) Solo iban a salvar a Rahab la ramera y los que se encontraran con ella en su casa.
3º) Que no podían tomar nada del anatema, porque Dios había dado órdenes que todo sería destruido.
4º) Solo el oro, la plata y los utensilios de bronce y de hierro le iban a pertenecer al Señor para consagrarlos al servicio del tabernáculo.

Cuando los sacerdotes tocaron las trompetas, el pueblo gritó y algo extraordinario pasó. Se escucharon gritos de angustia, los muros cayeron. Solo un pedazo de la muralla quedó intacto, sí, donde vivía Rahab, la ramera. Solo eso quedó en pie, todo lo demás fue destrucción total. Toda la familia de Rahab se salvó con ella y Rahab fue purificada fuera del campamento de todas las creencias que ella tenía de los paganos.
Fue preparada para la admisión dentro del pueblo de Dios. Rahab fue la esposa de Salmón, príncipe de la tribu de Judá. Fue la madre de Booz y tatarabuela del rey David, con la cual es contada entre los antepasados de nuestro Señor Jesús.
Mientras que a Jericó nadie podría volver a construirla, ya que el que lo hiciera sería maldito. El Señor estuvo con Josué y este se hizo famoso por todo el país.

- Actividad sugerida: Colorear algún dibujo de la clase.


Ministerio Evangélico de Restauración Familiar "Luz de las Naciones" 
Buenos Aire - Argentina 

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